La Mano de Dios...

Cuando yo tenía 5 o 6 años, bien recuerdo a un querido ancianito de la iglesia, llegar siempre a la casa pastoral unos 15 o 20 minutos antes de cada servicio, con una linda bandeja de huevos en sus manos de regalo para la familia. Luego de cumplido el ritual de entrega, con su sonrisa y su noble mirada, metìa una de sus manos a uno de los grandes bolsillos de su abrigo café, y sacaba para los hijos del pastor los infaltables “candys” que ya ni se si existen todavía. Al hermano Hernàndez nunca lo podrè olvidar. Despuès de unos años, supe que partió a los brazos del Señor, de hecho, el fue el abuelo de un querido y comprometido joven de la iglesia central de Chillàn. Cuando me acuerdo del hermano Hernàndez, pienso al tiro que asì es Dios con nosotros. El tiene oìdos para oìr, boca para hablar y manos para dar. Nunca Dios va a esperar recibir algo de nosotros sin El habernos dado algo primero. I de Juan 4: 19 dice que “Dios nos amò primero”, asì que nuestro amor por el ya està atrasado. Nuestra ofrenda o nuestra adoraciòn también. La Gracia Previniente de Dios se anticipò aùn corriendo el riesgo de nuestro olvido, flojera o doble ànimo. La mano de Dios se estirò del cielo antes que la nuestra. Su mano de bondad y poder se adelantò para asirnos a su gloria antes que fuèramos concebidos. Cuando me acuerdo de mi hermano Hernàndez, me acuerdo de sus blancas manos llenas de algo, y que fueron en su momento, las manos de Dios para mì y mi familia.